15.4.15

"The man I Love"-Raoul Walsh






Hombre que amo (El) 1947 

Director: Raoul Walsh  
Guión: Catherine Turney / adaptación Jo Pagano (novela: “Night Shift” de Maritta M.Wloff)- Catherine Turney participa a la elaboración del guión de Mildred Pierce (Alma en suplicio-Michael Curtiz-1945), a la adaptación de Of Human Boundage de Sommerset Maugham (Cautivo del deseo-Edmund Goulding-1946), guionista de A stolen life (Curtis Berhardt-1946) con  Bette Davis y Glenn Ford, antes de The man I Love

Música: Max Steiner /orquestación: Hugo Friedhofer /Piano: Ray Turner
Fotografía: Sidney Hickox
Montaje:  Owen Marks
Dirección artística: Stanley fleishcer/Bertrand Tuttle
Productor:  Jack Warner


Ida Lupino Petey Brown Andrea King Sally Otis


 
Lupino con Bruce Bennett / San Thomas

 
Lupino con Robert Alda / Nicky Toresca Dolores Moran / Gloria O'Connor


 
Martha Vickers es Virginia Brown

 
Lupino con Warren Douglas / Joe Brown

 
Gloria y Joe

… y con:
Alan Hale es Riley
John Ridgely es Roy Otis
Don McGuire es Johnny O'Connor
Craig Stevens es Bandleader
Tony Romano es Bamboo Club singer
William Edmunds es Uncle Tony
Jimmie Dodd aess Jimmy

Situar esta pelícual en el género negro como se suele hacer puede parecer inapropiado cuando leemos el guión: no hay detective, gángster, inspectores de policía investigando algo. La cantante Petey ´Brown decide abandonar Nueva York a pesar de su éxito como cantante en un club: se acerca el año nuevo y tiene la nostalgia de la familia que vive en California –dos hermanas y un hermano Joe. Muy pronto encuentra trabajo como cantante en el club de Nicky Toresca, que se siente atraído por Petey. Pero la cantante, a consecuencia de su intervención para sacar a su hermano de una situación embarazosa, va a conocer a San Thomas, una famosa figura del jazz que ella admira: su interpretación de The man I Love de San Thomas ha sido decisiva para su carrera de cantante. Es el flechazo pero… San Thomas no cree en lo que ve… El pianista está pasando un mal momento después de una ruptura con su antigua compañera y Petey descubre la paciencia, la indulgencia, la incondicionalidad del verdadero amor. Mientras, aprovecha estos tiempos de espera para intervenir (y solucionar con bastante eficacia) los problemas de su hermana mayor Sally Otis (la excelente Andrea King), la joven Virginia (Martha Vickers que había caído en los brazos de Philip Marlowe-Bogart el año anterior) y sacar del apuro a Joe comprometido hasta el cuello por Nicky que también habrá que calmar… Petey seguirá cantando The man I Love hasta que San Thomas acabe de dar la vuelta al mundo en barco…
¿A cuenta de qué esta curiosidad en Cine Negro? El reencuentro Ida Lupino-Raoul Walsh, después de estas dos obras maestra They drive by night (Pasión ciega-1940) que consagra a la actrizy High Sierra (El último refugio-1941), ha creado un mito en el género, que atrapa necesariamente esta nueva entrega en su seno. La presencia de Bruce Bennett viene a añadirse al atractivo de los títulos de crédito: el actor acaba de ofrecer unas excelentes interpretaciones en Dark Passage de Delmer Daves) y Nora Prentiss de Vincent Sherman este mismo año. La actriz Ida Lupino no había rodado para el cine negro desde 1942 con Mootide de Archie Mayo y Fritz Lang y ahora, con su cigarro que quema la madera del piano y este papel de cantante, se prepara a revelar una faceta más de su carisma con Roadhouse de Jean Negulesco (1948). A los que apetezca buscar los ingredientes del género negro, los encontrará en este ambiente de piano-jazz, de dueño de club al límite de la honradez, de rubia sofisticada que Dolores Moran caracteriza con una interpretación conmovedora. La actuación de estos dos últimos personajes son bastante importantes y acentúa la interpretación coral. Añadimos el toque de flashbacks con un marido que ha vuelto de la guerra y se encuentra en estado de choque (¡eso tambíen Petey sabrá remediarlo!) y unas secuencias en la niebla que tanto gustan a John Alton y Anthony Mann. El suspense lo da el mismo guión: no pasa nada mientras esperamos que pase algo… Pero ¡Qué importa! Desde el momento que podemos admirar la precisión del montaje del director que nos acerca a la ternura de unos personajes con unas sutiles transiciones entre los planos marcadas por unos pequeños gestos, unas expresiones de las caras… y da al conjunto una extraña coreografía con una aceleración poco antes del final, un ritmo sostenido que va a justificar por fin que estamos de pleno en el “negro”, la pistola de Joe  apunta a Nicky… Pero: ¡No! Ida Lupino levanta la mano, pega y pega más. “Para ya, tonto! Walsh desarticula el romanticismo rosa con las herramientas del buen cine negro para que la grande Ida Lupino salga por fin de la pantalla, con un leve estremecimiento de los labios, una enigmática sonrisa mientras se acerca al espectador pasmado…
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