1.4.15

"Lady in the Lake"-Robert Montgomery






La dama del lago 1947

Director: Robert Montgomery  

Guión: Steve Fisher / Raymond Chandler (“The lady in the lake”) 

Música: David Snell

Fotografía: Paul Vogel

Montaje: Gene Ruggiero

Producción: George Haight MGM


Actores:

Robert Montgomery es Phillip Marlowe



Audrey Totter es Adrienne Fromsett


Lloyd Nolan es el policía Garmot


Tom Tully es el comisario Fergus K. Kane

… y también: Leon Ames / Kingsby -Jayne Meadows / Mildred -Richard Simmons / el gigoló Chris Lavery -Lila Leeds / la secretaria-"Ellay Mort" / Crystal Kingsby.


En tela de fondo: Noche Buena  (“la muerte se ha ido de vacaciones” dice un personaje que ha decidido pasárselo bien). La acompaña la música de la banda sonora: empalagosa cuando se nos enseña las coronas de flores colgadas en las puertas de las casas, se puede volver terrorífica durante una persecución en coche,. El comisario es un Papa Noel   para su hijita y su mujer que no paran de llamarle al teléfono: ¡a ver cuando vuelve al hogar y se olvida de su profesión esta noche! El periodista tumbado encima de una mesa, a la una de la madrugada, también habla con su novia al teléfono para organizar una salida e ir a bailar cuando acabe de informarse sobre esta historia de asesinato de un gigoló en la ducha…


Muchas direcciones y números de teléfono se intercambian durante esta investigación de Philip Marlowe… que Aundrey Totter (la extraña señorita Fromsett) ha invitado a la oficina de la editorial del señor Kingsby sin avisar a éste. Fromsett es la asistente de Kingsby y quiere contratar a Marlowe. ¿No sería más divertido para Marlowe seguir a la bonita Lila Leeds, la recepcionista en vez de meterse en unos líos por unos cientos de dólares?


Quiero ser tu chica” le dice Adrienne Fromsett; pero Marlowe no se puede fiar de nadie y menos de ella, cuando le hace el juego de la mujer sola… “Feliz navidad, Marlowe”…
Le ha contratado por 300 dólares para encontrar a la mujer de Kingsby, Cristal, que ha desaparecido con un gigoló, Chris Lavery. Aparentemente Fromsett quiere comprometer a Cristal y tener vía libre para conquistar a su jefe. Aunque sus maneras son muy sospechosas, el detective tiene dificultades para resistir a sus encantos.  “Si no descubro la verdad, nunca estaré seguro de ti” dice Marlowe a Fromsett que no quiere dejarlo meterse en más líos ¿no estaría engañando de nuevo a Marlowe? “Tengo miedo pero es maravilloso” dice el valiente detective. Pero Kingsby le pagará 5 000 dólares  para proteger a su mujer que, por fin, ha reaparecido, con dos muertos en su camino: el gigoló y esta mujer, en el lago…


Y ahora Marlowe tiene que tragarse el cuento de Cristal Kingsby, ¿la actriz? Ellay Mort (pronunciado en francés, podemos traducirlo por “ella ha muerto”). ¿O será Mildred? ¿Quién está en el fondo del lago? “Soy una buena chica que se ha metido en líos” confiesa esta mujer a Marlowe. “¡Claro, me gustaría jugar a las muñecas con usted!”, le contesta Marlowe. Pero ¿qué viene hacer el actor Lloyd Nolan en este caos?, ¿qué quiere este policía que Marlowe se cruza siempre en el camino de sus investigaciones, al principio pagado por Fromsett, y después por Kingsby?


Cámara subjetiva pero poca sugestiva,  con cortas interrupciones en las que vemos al sujeto, Philip Marlowe (¿Philip o, como en esta película, Phillip?), estático detrás de una mesa o reflejado por un espejo, ¡qué importa desde el momento que se trata de Raymond Chandler y de su famoso detective! Chandler, encargado del guión con Steve Fisher, ha reunido unos cuantos detalles de novelas suyas: Bay City Blues, Lady in the lake, No crime in the montains, publicados entre 1937 y 1941.


Ahora, después de ver lo que ha hecho Robert Montgomery, no está muy satisfecho; nosotros tampoco. Escribe Chandler a un amigo que esta técnica de cámara subjetiva “es un viejo truco de Hollywood, Todos los jóvenes guionistas y realizadores lo han probado… He conocido a uno que quería que la cámara fuera el asesino; eso no podía funcionar… ¡la cámara es demasiado honrada!”. Si quieres realizar por las imágenes en movimiento lo que hay escrito en un relato en la primera persona, miras a Delmer Daves con Dark Passage o, mejor, a Hitchcock con The wrong man: la cámara subjetiva, “sujeto con voz en off o hablando a otros personajes”, identifica mucho mejor el espectador al sujeto cuando alterna con la cámara objetiva. Esa última es la que da consistencia al protagonista: vemos lo que él ve, pero lo vemos también las expresiones de la cara en sus estados emocionales, los movimientos del cuerpo en sus acciones y reacciones.
Chandler es una referencia en materia de novela negra y el personaje del detective creado con Philip Marlowe representa al perfecto caballero, a veces cínico, pero con una ética impecable. Ver una investigación, además bastante confusa como le gusta al escritor, desde el punto de vista del investigador no aporta nada a la trama y menos al ritmo. Si el efecto “cámara subjetiva” sorprende al principio y divierte por momentos, pronto se vuelve muy pesado. Los actores mirando continuamente a la cámara sobreactúan en la medida que sus papeles no interpelan al espectador.
 Es el caso principalmente de Audrey Totter que es el personaje que pasa más tiempo mirándonos mientras se va transformando: de la asistente de Kingsby que pone en marcha una intriga compleja y extraña, a la femme fatal que parece estar enamorada del jefe mientras intenta seducir a Marlowe, para pasar a ser inesperadamente la dulce y enamorada salvadora del detective. Difícil de comprender cuando la actriz ofrece pocos cambios en la expresión de su mirada hipnótica. Sólo Lloyd Nolan y algunos otros secundarios consiguen dar una buena interpretación de unos papeles que sorprenden cuando nos amenazan con pistolas o nos dan unos puñetazos.


Sin embargo, la trama no corresponde nunca a una colusión entre actores y espectadores, esta “imagen colusiva” que encontramos en Woody Allen o Tarantino (ver Blog + más de memento) o, mucho antes, en Dark Passage, la escena en el quirófano en la que el cirujano y el chofer miran a Bogart y se ríen en complicidad con el espectador, o Bergman y el espectador mirón en este inolvidable Verano con Mónika… Un disparo a la lente de la cámara, o sea a Marlowe, hubiese permitido reanimar al espectador.
La apuesta de Montgomery nos hace olvidar a Montgomery actor –el cual, de todas maneras, es lo suficientemente flojo como para olvidarlo – y más bien echar de menos a Dick Powell (Murder, my sweet-Edward Dmytryk) o Humphrey Bogart (The Big Sleep-Howard Hawks) que le han abierto la puerta de la leyenda cinematográfica, consolidada más tarde por Mitchum o Elliot Gould.

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