11.12.14

“The wrong man” -1- Alfred Hitchcock




Falso Culpable 1956

Director: Alfred Hitchcock  The wrong man 
Guión: Maxwell Anderson, Angus MacPhail  
Música: Bernard Hermann (ver Filmografía cine negro en el Blog
Fotografía: Robert Burks (también en cine negro: The Verdict (Don Siegel-1946), The enforcer (Sin conciencia-Raoul Walsh-1951), Tomorrow is another day (Felix Feist-1951),  y con Hitchcock, entre la serie de sus  películas en las décadas de 1950-60: I confess, Strangers on train
Montaje: George Tomasini (también en otras películas de Hitchcock en las décadas de 1950-60)
Dirección Artística: Paul Sylbert
Productores: Herbert Coleman-Hitchcock-Warner


Actores:
Henry Fonda es Christopher Emmanuel "Manny" Balestrero
Vera Miles es Rose Balestrero
Esther Minciotti es Mama Balestrero
Nehemiah Persoff es Gene Conforti


Una falsa acusación
Los guionistas Maxwell Anderson, Angus MacPhail parten del libro del primero, “La verdadera historia de Christopher Emmanuel Balestero”, y del artículo de Herbert Brean publicado en Life Magazine el 29 de junio de 1953: “A case of identity” (Un caso de identidad):
Un hombre, Christopher Emanuel Balestrero, músico en la orquesta de un club selecto de Nueva York, casado, con dos hijos, no consigue  gestionar correctamente con su pareja la vida material de la familia y las deudas se acumulan. Una mañana de enero de 1953, el hombre va a la compañía de seguros a pedir un préstamo sobre la póliza de su mujer que tiene que ir al dentista. La persona que le atiende le identifica como el hombre que les atracó unos seis meses antes. La policía arresta al hombre a su salida del trabajo sin permitirle avisar a su familia. Una prueba de grafología en la que se compara su escritura a la de una nota dejada por el atracador –  y llevada a cabo por los mismos agentes de la comisaría y sin confirmación por un grafólogo –  pone en evidencia la similitud de escrituras y el mismo error en la ortografía de la palabra “drawer” (limitado a draw), Los testigos de los diferentes atracos cometidos en el barrio en estas fechas le identifican como el atracador.  El tribunal decide dejarlo libre bajo fianza que paga su cuñado (una suma desproporcionada con respecto al dinero robado). El hombre prepara su defensa. El abogado que acepta el caso le aconseja ahondar en las pruebas de su inocencia y buscar una coartada para los dos días que corresponden a los atracos –sin proponerle ninguna ayuda por su parte. Con la ayuda de su  mujer, el hombre conduce su propia investigación. En el juicio, los resultados de su investigación no están tomados en cuenta, los testigos presentados por el fiscal se contradicen, el jurado pone de manifiesto la falta de preparación de la instrucción. El abogado, en busca de notoriedad frente a un fiscal más experimentado en materia penal, consigue la anulación del juicio, lo que significa para el hombre la vuelta al punto de partida y una nueva pesadilla. Su mujer, profundamente afectada por la situación, tiene que ser ingresada en un psiquiátrico. A los pocos tiempos, el verdadero culpable comete un atraco en el barrio, lo arrestan y… los testigos anteriores le reconocen. Se anula el juicio del hombre  pero su familia está destrozada.
Conviene hacer notar que después de los eventos que cuenta la película, el hombre, “Manny” Balestrero (1909-1998), se mudó a Carolina del Norte, mientras su mujer Rose (1910-1982) pasa dos años en el psiquiátrico y muere en Florida. Ningún documento consultado menciona una indemnización por perjuicio moral ni sabemos si los autores de la revista, la novela, la película han compensado el hombre por la utilización de su nombre en la revelación pública de este suceso.
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Hitchcock realiza una obra austera y sobria que se diferencia profundamente de su filmografía estadounidense, de Shadow of a doubt hasta su vuelta a Ingleterra con Frenzy.  En The Wrong Man no hay ni una denuncia del nazismo como en la época británica  o en Notorious (Encadenados-1946), ni del anticomunismo de Torn curtain (La cortina rasgada-1966) de una ideología  poco definida como en North by Northwest (La muerte en los talones-1959). Con respecto a las relaciones familiares, estamos muy lejos de los problemas edípicos de Strangers on a train  (1951) o Birds (Los pájaros-1963) y por supuesto Psycho (1960).
Los tonos de grises, unos decorados y unos vestuarios más propios del Ladrón de bicicleta de De Sica, de Force of Evil (La fuerza del destino-Abraham Polonsky-1948),  o de la época inglesa del director con, por ejemplo, Joven e inocente, potencian el realismo del tema.

La verdad enmascarada de las apariencias
Hitchcock consigue unir el movimiento de las imágenes cinematográficas con la revelación de una verdad enmascarada de las apariencias” escribe Jacques Rancière (Les écarts du cinéma-La Fabrique-2011).

 “Lo que se dice y no se muestra está perdido para el espectador” (Alfred Hitchcock)

La “estrategia de lo indecible”
 El tratamiento que da el director a The wrong man es profundamente distinto a lo que podrían hacer los autores citados con la historia de Manny Balestrero. Se podría interpretar como un rechazo a la denuncia directa o a un apego (real o aparente por razones comerciales) al modelo hollywoodiano de las grandes estrellas que adornan sus obras de esta época,  a pesar de haber elegido unos actores que rompen con el glamour. Otra interpretación – que conviene más a la visión de la obra que intentaré desarrollar – es la voluntad de expresar sin artificios un estilo que se acomoda mal con la verosimilitud. Lo reconoce en una entrevista: “Pedir a un hombre que cuente unas historias que tengan en cuenta la verosimilitud me parece igual de ridículo que pedir a un pintor figurativo representar las cosas con exactitud”. Veremos cómo Hitchcock utiliza una estrategia hábil y discreta que muestra sin demostrar, da a la imagen el monopolio de la narración, versión cinematográfica de esta “estrategia de lo indecible” que se aplica a otro británico, Harold Pinter.

Una obra aparte
 The Wrong Man sorprende también por la ausencia de suspense y puede irritar la presencia de una simbología religiosa más marcada que en I confess (1953). Sobre el primer punto, tenemos aquí la demostración de que humor y suspense forman la envoltura superficial de la tragedia en la obra de Hitchcock. Escribe André Bazin después de su estreno en Francia: “si tuviéramos que definir Falso Culpable con respecto al género policiaco, sería como un suspense vaciado de todo suspense, pura espera sin catarsis: el despliegue inexorable, sin complacencia y sin efectos,  del tema de la acusación, de la inocencia y la culpa. Si este tema constituye también la esencia de las otras películas policíacas de Alfred Hitchcock, el suspense es sólo su ropa o su coartada. Con Falso Culpable, Hitchcock nos ofrece probablemente por la primera vez el revés trágico de su humor”. Lo que su discípulo Truffaut resume así: Falso Culpable es el asado sin la salsa.
Con respecto a la referencia al catolicismo, Hitchcock presenta a la familia del protagonista,  Manny Balestrero,  como profundamente creyente –Manny reza durante el juicio, rosario en mano. La relación entre el Mal y la Verdad es el fundamento de la mayoría de sus películas, con un tono moralizador y un cierto conformismo. Utiliza a menudo el contrapunto de lo falso y la mentira para hacer resaltar la belleza de la verdad, corolario de la justicia. Pero,  con una referencia directa al catolicismo en Falso Culpable, la verdad se vuelve corolario de una justicia divina. Es la segunda película que evoca explícitamente el catolicismo después de I confess (1953) en su vertiente de “Bondad divina” frente al Mal y con una referencia a la iconografía y la oración. Con el secreto de la confesión de un asesino, el cura Logan aplica en Yo confeso la ley del silencio, dogma de su iglesia que pasa por encima de la justificación de su inocencia frente a las instituciones seculares. Pero  en  Falso Culpable, Manny no sabe para dónde mirar: ¿Dónde está el Mal? Se nos habla de un atraco a la compañía de seguros, y de otros dos en unas tiendas donde el inspector obliga a Manny a entrar, andar y salir;  el atracador ha simulado tener una pistola a través de su abrigo; no tenía arma. Ha robado 70 dólares aquí, 200 ahí... La tarifa del dentista para Rose,  la mujer de Manny, es de 300 dólares. Manny reconoce unas deudas con algunos amigos de unos 40 a50 dólares. El verdadero culpable  gritó cuando le arrestaron: “tengo hijos…” Manny no puede ver el Mal sino la injusticia mientras le presionan en la comisaría para que reconozca más deudas.

Determinismo y azar

 ¿Dónde está el Bien? ¿Dónde está lo verdadero? el joven de Young and innocent (1937), el personaje de Kaplan / Cary Grant de North by Northwest, son unos “falsos culpables” que se mueven desde lo verdadero, apoyados por la familia del inspector de policía o por los servicios secretos respectivamente. Pero la sociedad no ofrece estas referencias a Manny Balestrero. No se atreve a juzgar las instituciones y se refugia en la oración. Ha pasado este calvario del sistema policiaco-judicial sin encontrar ninguna referencia a lo verdadero. Por conminación de “la máma”, cuando se encuentra al borde de la desesperación, vuelve a centrarse en la referencia a la imagen santa del Cristo colgada en la pared, en un más allá de la verdad humana. La justicia divina acaba actuando a su favor cuando el verdadero culpable se manifiesta con un nuevo atraco. Sin embargo, la “estrategia de lo indecible” de Hitchcock permite que esta manifestación determinista y trascendente acentúe la fuerza de su opuesto: el azar, la suerte, “único suspense de la película…” escribe J.L.Godard[1]. Añade en su análisis de The Wrong Man: “el tema de esta película reside más en la probabilidad de los eventos que en lo imprevisto”. Porque, a continuación del pretendido “milagro” debido a la oración, el inspector que arrestó a Manny, se entera,  en el pasillo de la comisaría, justo antes de marcharse,  que han arrestado a un hombre por un atraco. Relaciona inmediatamente el evento con el caso Balestrero, duda un corto instante y, por fin, pone en marcha la máquina administrativa que libera a Manny. Puro azar o probabilidad ínfima como dice Godard.
Por otra parte, si Manny no juzga las instituciones, lo que parece haber pasado según el artículo de Life Magazine, y que Hitchcock representa, sitúa el “Mal” en estas mismas instituciones: Manny Balestrero es rehén de la sociedad y, como el príncipe Michkine, el idiota,  se vuelve un icono crístico. Siempre filmo un inocente en un mundo culpable dirá Hitchcock a Truffaut.  En una época en la que Hollywood produce tantas películas sobre familias rehenes de fugitivos armados, vanagloriándose del buen funcionamiento de las instituciones estadounidenses y del comportamiento, heroico para su prole,  del “jefe de familia” –pensamos por ejemplo en Desperate Hours (William Wyler-1955) o Suddenly (Lewis Allen-1954), Hitchcock invierte la situación y representa las consecuencias de ésta sobre las relaciones humanas, sin por eso tener que comprometerse denunciando los grandes símbolos de una sociedad democrática.
Tenemos aquí una diferencia mayor con sus otras obras. El mismo año en que Fritz Lang firma dos películas sobre Verdad y Apariencias, On a reasonable doubt (Más allá de la duda) y While New York sleeps (Mientras Nueva York duerme), Hitchcock utiliza una narración que, desde la imagen, rompe el sistema de juicio y se sitúa entre lo verdadero y lo falso. Para los investigadores, no hay error o duda: el interrogatorio que conduce a la acusación es falseante; y si para algunos testigos hay dudas, para otras el director sugiere una posible falsedad. No hay error judicial porque el juicio ha sido anulado por vicio de forma… y, más tarde,  el inspector libera a Manny sabiendo que había una alternativa a la  decisión que tomó de arrestarlo: ahondar más en la investigación en vez de este juego tramposo con Manny Balestrero. Con su rechazo de la verosimilitud, del realismo por el realismo, del documental o del cine-vérité, Hitchcock opta por la utilización exclusiva de su sensibilidad para tejer unas imágenes narrativas que Deleuze llama lo falso elevado a la enésima potencia, la del artista.

El telar de Hitchcock
El bastidor es el marco de la pantalla, o más bien el encuadre de la cámara en sus movimientos. Hitchcock encierra en él todos los elementos del suceso descrito anteriormente. Pero el primer plano que encuadra es él mismo. No es uno de sus famosos cameos: acompañado de dos notas de música – en la tonalidad de la escena siguiente que acompañará los títulos de crédito – se presenta en contra luz en un estudio de la Warner. Nos invita a ver un film diferente porque se trata de “una historia verídica”. Insiste (en la versión original): “cada una de sus palabras lo es”. Sigue hablando, con un tono de publicista para lavadoras: “Sin embargo contiene unos elementos más extraños que las ficciones que he tratado en tantos thrillers anteriores”.
Hitchcock nos propone un juego: lo falso se encuentra justamente en los “elementos más extraños” que anuncia. Si su bastidor contiene todos los eventos, no significa por supuesto que son todos verídicos, y menos todavía que “cada una de sus palabras lo es”; saber si su única fuente es el artículo de una revista sobre un hecho ocurrido unos años antes o si e puede reconstituir lo que pasó en la casa de la familia Balestrero no es lo que importa. Las “palabras verídicas” anunciadas no pueden serlo porque todo lo que se dice en la película no ha sido transcrito, ni en la comisaría, ni en casa de la familia Balestrero, ni en la investigación que emprenden Rose y Manny. Las transcripciones del juicio son típicas de cualquier juicio y las confesiones de Manny en el despacho del abogado O’Connor, aunque transcritas por su secretaria,  corresponden a la única escena elíptica.
La frase cinematográfica, palabras incluidas, pertenece en exclusiva al director. Descubrimos que utiliza su arte para distanciarse de la verdad y dar una representación subjetiva de unos eventos reales. Al opuesto del documental, no nos enseña la realidad desde el discurso, la denuncia del error judicial, los conflictos latentes en las relaciones. Todo está sugerido y sujeto a interpretación.


 La creatividad artística del director consigue transformar un suceso propio de un documental, con este largo recorrido administrativo entre el arresto y el juicio, en una “autentica ficción” con estos movimientos de una cámara a veces objetiva, siguiendo la evolución de los eventos y  de los personajes relacionados con Manny, a veces subjetiva cuando enfoca lo que ve Manny. El resultado es un trabajo  plano por plano y, para cada encuadre de su bastidor, un prodigio de dirección de actores, particularmente de las expresiones de Henry Fonda, en su composición del hombre reservado, casi introvertido, con sus explosiones de ira, sus pasos decididos cuando se le permite actuar.  Consigue una perfecta sincronización de los estados emocionales de Manny  con la entrada de los temas musicales de Hermann, los ángulos de toma, los contrastes luminosos de la fotografía y el ritmo de montaje. Cuando Hitchcock filma la “historia verídica” de Manny Balestrero,  no vemos lo que ha pasado a Manny Balestrero, vemos una obra de Hitchcock, la tela que ha tejido.
   
Urdimbre: los símbolos en las relaciones

Hitchcock suele elegir en sus películas una acción particularmente impactante: podría ser “matar”; aquí es “robar” como, un año antes en To catch a thief. Retomará el tema en 1964 con Marnie.   Tensa la urdimbre de su telar, o sea lo que no se oye ni se ve, lo que está “fuera de campo”, de tal manera que cobre una importancia simbólica decisiva. Lo hace sobre la base de la acusación: “el hombre acusado, su función en la sociedad, la fragilidad de los testimonios, del sistema policial y de la justicia[2]. Muestra fríamente, sin crítica aparente, el funcionamiento de las instituciones, de la sociedad (inmigración, pobreza, atracos para poco dinero…), de la justicia humana: lo verídico y lo falso, la inocencia y la culpa. Da más peso a la familia, núcleo de afectividad y de conflictos, y a su inseparable compañera, la religión (aquí, el catolicismo y la hipótesis de una justicia divina). Unos leves indicios dejan planear una duda con respecto a la condición de Balestrero, muy probablemente de origen italiano (“Ciáo, máma” en la visita a la madre, la frecuentación de algunos lugares como el Hotel de Ferraro): la actitud condescendiente, por momentos irónica,  de los inspectores de policía que pronuncian con dificultad su apellido y emprenden un juego sucio con él durante el interrogatorio con la prueba de grafología; también se nota una actitud paternalista por parte del abogado O’Connor. Más importante es la diferencia marcada entre Rose y el resto de la familia Balestrero.


 Hay en la película dos planos-secuencia que reúne a la familia de Manny con su mujer y su madre; sugiere que la madre, la hermana y el cuñado Conforti,  forman un clan en el que Rose no está incluida: se puede interpretar que Rose es protestante de origen anglo-sajón mientras los Balestrero son católicos. En la primera de estas escenas se sitúa la causa principal del profundo trauma que Rose vivirá más tarde: este corto instante en que Rose sospecha de las relaciones de su marido con las apuestas y las deudas en contraste con la confianza incondicional de la máma.   Nada está dicho,  los detalles en las imágenes sugieren los símbolos de esta sociedad.

Trama: las relaciones en la acción
Lo que pertenece a la trama que el director va tejiendo es la acción, las imágenes de los eventos, la música que las acompaña y, dentro de la acción, las relaciones que marcan a los personajes y de las cuales algunos se desmarcan…. Al final, se corta los hilos que solidarizan la obra al bastidor: la trama tendrá su propio destino, acompañada por este “fuera de campo” que la sostiene y así llegará al espectador[3].
Hitchcock va tejiendo la trama, incorpora la acción principal (robar) a un conjunto de relaciones y describe unos eventos que cuentan más que la propia actuación de los personajes. Manny es un hombre cualquiera, está acusado de robo, atrapado en una situación que no puede controlar: él es parte de unos eventos. Pero, según Eric Rohmer y Claude  Chabrol (“Hitchcock” Ed.d’Aujourd’hui),  sería insuficiente decir que  “un inocente  está acusado de un crimen que no ha cometido”.  Culpabilidad e inocencia están en un  equilibrio inestable: el verdadero ladrón ha cometido un delito “por” el otro, el inocente… que ya no lo es totalmente. El hombre equivocado (the wrong man) se va sentir culpable de su mala gestión del presupuesto familiar, probablemente de algunas apuestas en las carreras,  reales y no imaginarias como intenta justificarlo a su mujer. No sabemos hasta que punto se elevan realmente sus deudas. A ella también le va a pasar lo mismo: se atormenta por la gestión de la casa y por, un breve instante, duda de la inocencia de su marido. A la culpabilidad que la roe, se añaden las investigaciones y el juicio que no conducen a ninguna parte: pierde el contacto con la realidad y hay que ingresarla en un psiquiátrico.  


 Desde la primera secuencia,  nos identificamos con el hombre, falso culpable hasta la devolución de la inocencia a éste y la culpa al otro, el verdadero culpable,  realizada con un  fundido de las dos caras. Lo que nos dice Hitchcock es que “no se puede separar el crimen del “intercambio” como en Stranger on a train o también “dar” o “devolver” tu crimen al inocente como en I confess. En el cine de Hitchcock, uno no comete un crimen: lo devuelve, lo da o lo intercambia. .. La relación (intercambio, dono, devolución…) no se limita a envolver la acción: la penetra por todas partes  con antelación…” (Gilles Deleuze- nota anterior).
Las relaciones marcan este movimiento de intercambio y devolución hasta la restitución a cada uno de su papel: Manny carga la consciencia del verdadero atracador culpabilizándolo del trauma de su mujer.




 Porque nada será lo mismo de antes: uno de los términos de la relación ha saltado fuera de la trama. El devenir de cada uno en este delicado equilibrio entre inocencia y culpabilidad ha transformado el conjunto de las relaciones; los eventos han conducido a uno de los personajes a desmarcarse: Rose. Al principio, nos encontramos en una relación ordinaria de pareja: el afecto y los problemas del día a día. Pero el desequilibrio inocencia-culpa se instala y, después de un corto instante en oposición con el resto de la familia por la sombra de una duda, la mujer se desmarca totalmente, borra la relación y entra en otro movimiento mental. Los personajes han llegado a un delicado y trágico equilibrio en unas nuevas relaciones. Más tarde, una gaviota se desmarcará de la relación ordinaria entre  los humanos y los pájaros… lo que conducirá a un nuevo equilibrio más bien precario (Birds-1963).

Continúa: The wrong man -2:Un relato de Hitchcock


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[1] J.L.Godard: “ Le cinéma et son double” Cahiers du Cinéma Junio de 1957
[2] François Truffaut en Cahiers de cinéma 1/05/1957.

[3] Gilles Deleuze en Image-mouvement-Editions de Minuit-p.270 y siguientes: “En  Hitchcock, las acciones, los afectos, las percepciones, todo es interpretación, desde el principio hasta el final. Rope está hecho en un único plano de tal manera que las imágenes forman unos meandros  de un solo y mismo razonamiento… el plano único de Hitchcock somete el todo (de las relaciones) al encuadre: abre este encuadre a lo largo manteniéndolo cerrado la anchura, justo como en un telar cuando se teje un tapiz infinitamente largo …