12.7.14

"Where the sidewalk ends"-Otto Preminger



Al borde del peligro 1950

Director: Otto Preminger When the sidewalk ends   

Guión:  Ben Hecht / novela de William L.Stuart, adaptada por Frank Rosenberg y  Victor Trivas   

Múisca: Cyril J.Mockridge / “Song Street” de Alfred Newman 

Fotografía: Joseph LaShelle 

Montaje:  Louis R.Loeffler

Dirección artística:  Lyle R.Wheeler   

Producción:  Preminger y Rosenberg

Actores: ver filmografías en el Blog




Bert Freed /PaulDana Andrews /Mark Dixon, Karl Malden /Thomas

Gene Tierney / Morgan Taylor-Paine (con Craig Stevens /Ken Paine también en The man I love (Raoul Walsh-1947))


Gary Merrill es Tommy Scarlise (con Lou Nova que actúa también en Somewhere in the night de Mankiewicz)




Mark Dixon
Mark Dixon está mosqueado: quiere tener una nueva identidad. A Mark todo le sale mal desde la adolescencia cuando arrestaron a su puñetero padre delincuente. No le ha sido suficiente construir un estatuto honrado entrando en la policía de Nueva York. Después de su divorcio, se ha vuelto amargo, irritable y lo que quiere ante todo, es vengarse de Tommy Scarlise (Gary Merrill) que, según él, arrastró a su padre hacia la criminalidad. Los métodos del teniente Mark Dixon se parecen más a los de estos brutos delincuentes que la policía tiene por deber coger, que a los de la institución que tendría que representar. No sabe retener su rabia y da puñetazos a todo lo que se parece al hampa, al punto de que su jefe le amenaza con bajarle de rango en la jerarquía  este día en que le ha llegado una nueva queja contra Dixon por injurias y golpes sin motivo aparente. Y eso justo cuando  presenta el nuevo teniente, Thomas (Karl Malden) al equipo.  Dixon es todavía teniente- ““Su trabajo consiste en perseguir a los criminales y no en castigarlesme ha decepcionado, Dixon… otra vez, hay una denuncia contra usted por golpes e injurias –¿Quién las puso? Rateros, granujas, maleantes gentuza de la peor ralea – contesta Dixon, cínico y arrogante. Añade: “Ya sé cómo se asciende señor, no necesita decírmelo… Intentaré no odiar demasiado los malhechores”. “Usted no odia a los malhechores, disfruta pegándoles” le contesta el jefe.

Thomas con Scarlise


  Personaje cerrado, opaco, con una tensión permanente en su expresión, Mark Dixon demuestra abiertamente su odio hacia el mundo del hampa. ¿Acabará un día esta tortura? Mark se ha provocado a sí mismo: entró en la policía para borrar este pasado vergonzoso, construir un futuro redentor. Pero ¿cómo, en su posición, resistir al deseo de venganza? Sus pulsiones incontrolables le conducen a ajustar las cuentas con Tommy Scarlise. La muerte de un rico tejano, Morrisson,  apuñalado después de un partido de cartas en el que había ganado unos 19 000 dólares,  le da la oportunidad tan esperada.  En el momento en que Scarlise parece totalmente comprometido y en que Mark pueda marcar el gol final, justo cuando encuentra a Morgan (Gene Tierney),  la mujer ideal –y no la femme fatal –que le puede guiar en su redención, empieza la pesadilla, el absurdo accidente, lo intempestivo que tanto daño ha hecho ya al protagonista de Detour. Mark comete involuntariamente un homicidio: Ken Paine (Craig Stevens), esbirro de Scarlise y ex marido de Morgan cae, víctima de uno de sus famosos puñetazos (¿o hay otra explicación?).  Cuando todos los indicios de la muerte de Payne acusan al padre de Morgan, Mark decide sacrificar su vida… ¡bueno! no tanto,  ya que sabe que Morgan le apoyará siempre  ¡Qué tenue es la frontera entre la senda de la libertad y el camino de la autoflagelación! 
Otto Preminger firma con esta película su última entrega a los estudios de la 20th Century Fox después de Laura (1944), Fallen Angel (1945),  y Whirlpool (1949).  Cierra su serie negra con Angel Face (1952) con los estudios RKO. A pesar del cambio de estudios, la coherencia del conjunto se debe a su condición de productor-realizador que impone a Zalnuck en la Fox pero con más dificultades a Howard Hugues para su última película. Desde 1953 decide ser su propio productor, utilizando varios estudios, en particular United Artists. El equipo técnico de Where the sidewalk ends se compone en gran parte de figuras que trabajan para la Fox (y con Preminger): Joseph LaShelle, Louis Loeffler, Lyle Wheeler. Podríamos echar de menos a David Raksin que creó esta famosa melodía de Laura que, con el tiempo, se identifica con la pareja Gene Tierney / Dana Andrews, pero Cyril Mockridge y Alfred Newman con la melodía “Song Street”,  hacen un trabajo correcto en relación con una temática que dispensa de toda música glamorosa.

 ¿Y el guión? Adaptado de la novela de William Stuart, “Night Cry”, por Victor Trivas (ver The stranger de Orson Welles), Frank Rosenberg y Robert Kent,  parece ser que, en su primera versión, firmó el guión un tal Rex Connor. Detrás de este pseudónimo se esconde uno de los más prolíficos y talentosos escritores del género: Ben Hecht (Los títulos de crédito cambiaran más tarde). Como en Whirlpool (adaptación de la novela de Guy Endore), Ben Hecht viene aquí ayudar a Preminger; pero ¿por qué este cambio de identidad para firmar uno de los mejores guiones del cine negro? No conozco la respuesta y no importa tanto como el resultado: el trabajo conjunto de Preminger, Ben Hecht y Stuart constituye  una aportación mayúscula al género y al arte cinematográfico.

Un giro en el guión


La originalidad del guión aparece cuando el destino transforma al héroe en asesino: después de haber matado a Ken Payne –un homicidio involuntario –Mark decide deshacerse del cuerpo y, como buen policía, organiza la desaparición de Payne con una serie de falsos indicios.  Aparece así también como un verdadero delincuente que engaña a la policía, lo que ha sido hasta ahora la actitud que condenaba y castigaba a su manera.
 Este giro en el guión tiene una doble representación. La primera corresponde a la primera imagen de la película acompañada por una melodía silbada: los nombres de la pareja protagonista; alguien anda por la acera de una calle –vemos sólo las piernas –y   se  para. Se encuentra justo encima  del título de la película, escrito a lo largo de la acera.  Baja de la acera… estas piernas cruzan la calle: la cámara lo pierde y sigue la corriente del agua de lluvia que  arrastra papeles y otras basuras hacia las rejas de la alcantarilla. Siguen los títulos de crédito mientras escuchamos la melodía silbada y los ruidos de la calle, claxon de coches, llamada radio en el coche de policía que conduce Paul; a su lado, Mark Dixon.


Preminger utiliza con gran eficacia unas imágenes que implican una lectura por parte del espectador, más allá de una narrativa que, de todas maneras, no ha empezado. Puras imágenes ópticas y sonoras de la representación, anticipada, alegórica,   de este giro en el guión que da a la película el sello de obra maestra del cine negro. Mark Dixon ha metido el pie donde no debía, en el fango del hampa. Where the sidewalk ends magnifico título original de la obra: donde acaba la acera, empiezan alcantarillas, ratas, papeles sucios… Dixon abandona el camino recto y la ley para lanzarse a la calle en medio de las basuras. Se pone fuera de la ley;   cuanto más intenta volver a la acera, más se acerca de la alcantarilla. Todos y cada uno de estos  malhechores y gentuza le recordaban su lazo familial con la delincuencia. Y, ahora,  esta pelea: Payne borracho le pega, Dixon se defiende y su famoso puñetazo manda a Payne al suelo. Ha muerto. A partir de este momento, Dixon se comporta como todos ellos, la huella del padre le marca más profundamente.
Pero el giro en el guión, en este momento preciso de su actualización, tiene una segunda lectura: es una lectura sonora. Empiezan por fin los primeros acordes de la banda sonora de la película: una  música orquestal que retoma el tema de la melodía que silbaba el personaje anónimo que bajaba de la acera, acompañando  los títulos de crédito, una balada con acordes de blues, un toque algo romántico, pegadizo como la música que acompaña Detour de Joseph H.Lewis,  que ahora se vuelve trágico. A partir de ahora, las variaciones orquestales sobre el tema de la melodía seguirán los estados anímicos del protagonista, Mark Dixon.
El arte al servicio de un personaje
Por supuesto, conviene resaltar la atracción comercial da la pareja magnética Tierney / Andrews seis años después de la cultísima Laura. Sin embargo, ¡qué lejos estamos del ambiente sofisticado de la alta sociedad de Nueva York!...  ¿o es lo que veía Laura  rodeada de hombres, Mark  incluido (Dana Andrews se llamaba entonces Mark McPherson)?  Lo que interesa a Preminger aquí es lo que gravita  alrededor de Mark: una sociedad de pequeños burgueses con sus fondos de pensión y de policías de barrios que defienden su futura jubilación; unos papeles tirados en la calles, las  paredes sucias de las comisarías, las casas humildes… ¿o es lo que ve Mark a pesar de la presencia luminosa de Laura convertida en Morgan?... ¿Morgan? Una suave almohada de plumas, el amor al padre, la paciencia y la confianza, la comprensión… pensamos a Kim Novak con Frank Sinatra que Preminger retrata como a Mark Dixon, o Ida Lupino con Robert Ryan (On a dangerous ground) o Gloria Grahame con Bogart (In a lonely place), las dos de Nicholas Ray también tan sensible a la infancia (They live by night). 

Mark Dixon: ¿ángel o diablo?

Mark ha visitado a Scarlise y ha recibido una buena paliza;  el jefe delante de Thomas “lo primero que tiene que hacer es arreglarse la cabeza por fuera y por dentro, no quiero verle en una semana”



La caracterización que da Dana Andrews del personaje es probablemente la mejor de su carrera, exceptuando Beyond a reasonable doubt ( Más allá de la duda-Fritz Lang-1956): seco, a veces glacial, cínico en sus relaciones profesionales (menos con su colega Paul), reservado, a veces calculador con Morgan, tiene una mirada del niño asustado cuando está solo, perdido en sus pensamientos… Encontramos el tema predilecto de Preminger,  esta tragedia de las relaciones generacionales en las que los más jóvenes o los más mayores, parecen a veces haberse quedado en la edad de la niñez o de la adolescencia.  Porque se trata una vez más del niño, de la niña que duerme en cada uno,  la tragedia de la infancia. Lo dice Preminger con estos términos: “El niño es hijo de William Shakespeare. Lejos de las imágenes de la comedia que lo asocian tendenciosamente a la felicidad, él es el actor impotente de una verdadera tragedia”.


Pensamos en Clifton Webb, altanero y posesivo, que prefiere destrozar su juguete favorito antes de ceder frente  a un rival (Laura) o Jean Simmons, esta cara de ángel para quien el amor por su padre y los celos de su madrastra  conducen a poner en marcha el plan diabólico de la muerte de los dos (Angel Face).  Pero también descubrimos en Dana Andrews esta actuación del niño, ángel o diablo: en Laura, la emoción le desborda cuando registra la casa de la muerta, descubre su retrato, iluminado de pronto por una pasión romántica y pierde el contacto con la realidad hasta el punto de planificar un juego cruel para asegurarse el amor de la mujer del retrato. También en Fallen Angel, Dana Andrews se pierde en la pasión amorosa y elabora un plan que puede destrozar su proyecto de pareja; sus cálculos tan poco realistas le conducen a la autodestrucción: la mujer que lo quiere, Alice Faye, ve en este diablillo un ángel caído. La autodestrucción es una fuerza que conoce bien Gene Tierney que sufre de cleptomanía en Whirlpool (Voragine) consecuencia de la relación con su padre en la niñez, transferido a su marido Richard Conte. Otto Preminger nota este aspecto de la tragedia del ser, esta dualidad del niño, este personaje que trata en sus películas con la 20th Century Fox entre 1944 y 1950 y también en Angel Face en 1952: entran en el edad adulto como Jean Simmons, son maduros como Dana Andrews, Gene Tierney o Clifton Webb, pero conservan una imagen de ellos mismos propia de la infancia en medio de una sociedad, de una realidad que no pueden asumir plenamente y dañan a los demás. Ángel o demonio,  Mark Dixon vive intensamente este contraste entre hipocresía y espontaneidad, violencia – contenida o explosiva –y extrema fragilidad.

El tiempo protagonista
El arte de Preminger capta las imágenes que corresponden a estos estados con sus fuertes contrastes como lo vemos más adelante. Desde la primera escena hasta el giro en el guión,  el espectador se encuentra arrastrado a un mundo complejo, con un tempo muy marcado. Este ritmo seco,  violento, sucede a la imagen óptica y sonora de los títulos de crédito y corresponde a la acción de las primeras secuencias: escenas corales en la comisaría, en la sala de juego con la sorprendente y violenta bofetada de Payne a su ex mujer, Morgan… 

Craig Stevens, Gene Tierney, Gary Merrill


A partir de la secuencia de la muerte de Payne, que corresponde a un giro en el guión. lo que cuenta son los movimientos de Mark, la expresión de su cara, sus estados: primerísimos planos, cámara pegada a su nuca…  y también lo que ve y lo que piensa como, por ejemplo, esta imagen de Morgan en su primer encuentro con Mark: vemos lo que Mark descubre, la luz que emana de su cara, pura transparencia.


Los movimientos que describen los planos sucesivos ponen el tiempo en perspectiva: ya no es el tiempo lo que marca cada movimiento por su ritmo seco. Aparte el paréntesis de la secuencia de   “pacificación de su relación” con Morgan que permite respirar un corto instante con la clásica escena del enamoramiento y del paseo de la pareja,  Preminger retrata a Mark Dixon en todos sus estados con una imagen narrativa en la que el tiempo psíquico del personaje se vuelve protagonista. Por supuesto está la narración: pero las imágenes nos interpelan, nos invitan a una lectura de unas capas más profundas. Como para Bogart en Dark Passage, (Senda Tenebrosa-Delmer Daves) se trata de la  lucha de un hombre por una nueva identidad. Pero aquí, la necesidad de liberarla de los errores del genitor nace de un juicio moral y de la imposibilidad de actuar desde una ética personal porque la sed de venganza y el odio son los más fuertes. La subjetivización es necesaria, constituye la esencia de la película: sin embargo, Preminger no pone una cámara en el cerebro de Andrews como Delmer Daves lo hace con Bogart. Desde el principio la cámara sigue a Mark en todos los planos donde aparece, traveling adelante hacia su cara, pegada a su lado, fija con zoom, respeta sus silencios como una compañera afectuosa y comprensiva o le observa con una cierta distancia como si, de pronto, este hombre pudiese también dañarla…Preminger define unos encuadres en los que Mark domina, aplasta o que dan su punto de vista, como en el ejemplo de su primer encuentro con Morgan.

El devenir de Mark Dixon
Tres secuencias ilustran particularmente las intenciones de Preminger.
En el apartamento de Payne: de la pulsión a la acción


Payne ha muerto, Paul avisa a Mark de que éste es un héroe de la guerra, cubierto de medallas y que hay que tratarle con cuidado. ¡Mala suerte para Mark! El miedo y el pánico le invaden: se disfraza con la ropa de Payne,  coge un taxi con una maleta con ropas de Payne, va a la estación de trenes, saca un ticket para Pittsburgh y vuelve al apartamento del muerto. Paul está ahí y concluyen que Payne se ha marchado. La portera lo confirma. El juego de entradas y salidas empieza,  verdadero crisscross entre… la portera,… Paul, Mark, el taxista padre de Morgan …suspense total con la cámara que pasa de  la puerta del edificio, al taxi, a la ventana de la portera…. Mirará, no mirará…

Tom Tully es Jiggs Taylor, padre de Morgan: Lady in the lake (Robert Montgomery-1947), The turning point (William Dieterle-1952)



Mark carga el cuerpo de Payne en su coche; fundido en negro; encadena con Mark llevando la maleta de Payne (que había dejado en la consigna)  al teniente Thomas. La investigación puede seguir con estas falsas pistas organizadas por Mark. Ese tiene su sonrisa de niño malo: los ha engañado a todos. Prodigio del guión y de la puesta en escena de Preminger que transmite, con estos movimientos sucesivos de idas y vueltas, el estrés de Mark en relación al tiempo por su deseo de acabar lo antes posible.  
En  la comisaría: de la reflexión a la relación

Mark y Paul descansan en una habitación.


Oye Mark, hemos localizado a la chica”. Pronto Morgan entrará en su vida pero todavía le quedará un camino de tortura interior y de confusión… Empieza un largo traveling: la cámara mira por la ventana a los edificios de Nueva York, de noche. La luz del día despierta la cámara que tiene un leve sobresalto ante de desplazarse hacia Mark. Se encuentra cerca de su cara, pero pronto se aleja, descubrimos su cuerpo sentado en la cama, está fumando y los cambios de expresión son frecuentes: pensamiento inquieto, cansancio de tanto pensar. La música le acompaña con unos matices oníricos, alucinatorios sobre el tema de la melodía.



Oye Mark, hemos localizado a la chica” lanza Paul desde el despacho. Mark se levanta, la cámara lo sigue, dócil, entra en el despacho llama al número que le indica Paul: marca el número.  Cambio de plano: en el otro extremo de la línea suena el timbre. Una cama, mantas sabanas, un cuerpo.  Esperamos ver aparecer a Gene Tierney: la cara del taxista se asoma fuera de la sabana.


Han arrestado a Taylor, el padre de Morgan. Mark le dice que sabe que su padre es inocente pero que no puede decir nada. “no sabes lo que es sufrir así por un padre” le dice Morgan. Eso es demasiado para él.  “Mi padre era un ladrón. Luché toda mi vida para ser diferente”

La cita con Scarlise: de la relación  a la redención


Llegada del coche con Mark y los esbirros de Scarlise: el coche entra en el montacargas, sube,  sale marcha atrás. Cámara fija: tres movimientos,  horizontal, vertical,  horizontal. Ruido: golpes del montacargas. Ritmo muy marcado, tempo de respiración: el coche se dirige hacia la cámara fija y para cuando esta se encuentra lo más cerca posible de Mark. No se mueve sigue su cara mientras en tela de fondo, vemos el movimiento de subida de las plantas. Llegada: salida en marcha atrás. Fin. Algo implacable emane de la escena: situándonos en la parte opuesta a la entrada del montacargas, Preminger acentúa la sensación de una boca abierta que encierra su presa para conducirla a la muerte:    lo que puede sentir Mark. Sabe que es el juego final: tres translaciones que marcan la subida a los cielos del ángel sacrificado por propia voluntad.  El movimiento pone el tiempo en perspectiva con unas imágenes ópticas y sonoras: es el tiempo de la redención.
La manera con la que trata estas tres secuencias claves en la película permite a Preminger potenciar la caracterización del protagonista y realizar una obra que resume su propósito desde Laura: una serie negra que describe la fragilidad y vulnerabilidad del humano que no consigue madurar en un mundo en el que los hombres manifiestan sus pulsiones y una violencia que organizan jerárquicamente o dando libre curso a la competitividad; un mundo en el que la mujer puede, a veces, guiarle en su camino hacia otra forma de madurez, cuando no se encuentra ella misma fragilizada por esta misma sociedad.



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