7.7.14

"Nora Prentiss"-Vincent Sherman



Sentencia (La) 1947


  

Director: Vincent Sherman   

Guión:  Paul Webster / Jack Sobell   
Música:  Franz Waxman   
Fotografía:  James Wong Howe   
Montaje:  Owen Marks   
Producción:  William Jacobs-Warner 
(ver filmografías en el Blog)



Ann Sheridan es Nora Prentiss

Kent Smith es Dr. Richard Talbot


 
Bruce Bennett es Dr. Joel Merriam

Robert Alda es Phil Dinardo


John Ridgely es Walter Bailey, Rueda este año cinco películas negras (Ver Filmografía)


  Rosemary DeCamp es Lucy Talbot,   Wanda Hendrix es Bonita 'Bunny' Talbot

Una excelente primera secuencia de puro cine negro representa la llegada de un hombre que se tapa la cara, rodeado de policías y de periodistas, su entrada en la cárcel, el monólogo de su abogado que no consigue hacerle hablar. El hombre, cara en la sombra, repite las últimas palabras del abogado: “¿Qué ocultaba? ¿Qué Hizo?”... 


El cardiólogo Richard Talbot se encuentra preso del acontecimiento intempestivo y del devenir por haberse salido del tiempo cronológico. ¡Fatal error! Este hombre, “honrado padre de familia”, vive en la rutina, está hecho de rutina, no conoce otra cosa que el respeto sagrado a las agujas del reloj hasta el punto de atreverse, de vez en cuando, a poner en evidencia a su colega, el Dr. Merriam, cuando éste tiene algún retraso. Hasta que, una tarde, cuando sale de su despacho a la hora habitual, asiste a un accidente en el cual, como médico, interviene inmediatamente. Nora Prentiss ha sido atropellada por un coche. Ahora Nora se encuentra tumbada en la camilla de su consulta. La vida de Richard da un vuelco definitivo: le abre la puerta de otra temporalidad, la de las intensidades de las emociones, de los flujos de deseos, de las distancias infinitas y eternas con la dictatura de Cronos. Eso no puede seguir así. Richard ama y desea, Nora descubre a un hombre sensible que sabe respetarla, cosa poco común en el ambiente de su profesión de cantante de cabaret.

Ann Sheridan canta “Would you like a souvenir” y “Who cares what people say” de M.K. Jerome 

  
 Después de una corta primera secuencia de cine negro seguida por una larga hora de romanticismo existencialista -¿hablo a Lucy y a los niños o sigo con este adulterio en secreto?, empezamos a cerrar los ojos de sueño cuando ¡Gracias, señor Sherman!, volvemos al cine negro. Otro acontecimiento intempestivo surge y me despierta: la muerte,  en la consulta de Richard,  del señor Bailey, un cliente cardiaco, “con serios problemas desde hace algunos tiempos” dice el Dr. Merriam con tono de reproche –porque ahora es Richard el que llega tarde al trabajo. Es el paso del Rubicón,  la conquista de un nuevo mundo, una nueva vida al lado de Nora Prentiss: la decisión de una nueva identidad. Richard organiza la representación de su propia muerte: coloca algunos objetos personales en el cuerpo de Bailey como su alianza de oro y ropas suyas; lo sube en su coche, le lleva fuera de la ciudad, lluvia de gasolina sobre el coche: ¡Fuego! ¡Adiós Richard Talbot! ¿Y ahora qué? El intermedio “cine negro” acabado, Vincent Sherman nos impone ahora el melodrama: la paranoia de Richard que se esconde, la falta de dinero, su dependencia de Nora Prentiss que ha encontrado un nuevo trabajo en Nueva York donde el dueño del cabaret de San Francisco ha abierto otro local y la contrata… Alcohólico, celoso, echando de menos a su querido Cronos,  Richard se culpabiliza del daño que ha hecho a su familia: exactamente la reacción inversa de la de Dick Powell que vive el adulterio como una liberación en Pitfall… Todo eso conduce a Richard a la pérdida de sus reflejos: es el accidente de coche, la cirugía estética –pensamos en un Dark Passage fracasado. Investigación policíaca: le acusan de ser el asesino de un cierto Richard Talbot después de chantajearlo y bla bla bla…


Con esta narrativa en el que un hombre está condenado a muerte por haber matado… a sí mismo – “El hombre que murió dos veces” o “El amante sin rostro” son otros títulos más apropiados que “La sentencia” – Vincent Sherman apuesta más por el melodrama –eso sí,  bien dirigido, hay que reconocerlo –que por una sólida contribución al cine negro después del excelente All through the night (1942) con su amigo Humphrey Bogart y de su primer gran éxito con The hard way con Ida Lupino al año siguiente. Esta última le abre la puerta hacia los grandes melodramas con las estrellas de la época: Bette Davis, Ann Sheridan y más tarde Joan Crawford. Con Ann Sheridan volverá a rodar otra película negra, The Unfaithfull el mismo año que Nora Prentiss; con Joan Crawford, pierde la oportunidad de Mildred Pierce (1945) que recae en manos de Michael Curtiz por decisión del productor de los Estudios Warner, Jerry Wald. La actriz y Sherman coinciden por fin en el cine negro con The Damned don’t cry (1950), el año que el director realiza Backfire. En 1952 encuentra a Rita Hayworth para rodar Affair in Trinidad.   Sin embargo, este “director de actrices” da lo mejor de su capacidad de dirección en el cine negro  con Bogart en la película ya citada y sobre todo con Lee J.Cobb en The garment jungle (1957), realizada en colaboración con Robert Aldrich,  como lo vimos en este blog. Esta última película marca su vuelta al cine, esta vez con los Estudios Columbia,  después de los cinco años de desgracia debidos a la gran Inquisición del maccartismo por su defensa de John Garfield –con quien había rodado su segunda película Saturday’s Children –y su simpatía con el comunismo.  En Nora Prentiss, la dirección de actores pone en evidencia la necesidad para los Estudios Warner de dar toda la importancia a la representación de la mujer, objeto comercial, que Sherman “manipula” como bueno artesano.


 Sin embargo, Ann Sheridan mantiene su papel habitual de la “buena chica” que interpretaba tan bien en They drive by night (Pasión Ciega-Raoul Walsh-1941),  lo que contrasta con el propósito de la productora. Su actuación, por momentos pesada, contrasta con la de Kent Smith, más medida y sutil con una fisionomía que recuerda a Max de Winter / Laurence Oliver en Rebecca: el actor trabajó antes en The espiral Staircase (La escalera de caracol-Robert Siodmak-1945) y que vuelve con Sherman en The Damned don’t cry. Bruce Bennett que acabamos de ver en Dark Passage  tiene aquí un papel muy corto. Vincent Sherman beneficia para Nora Prentiss de la banda sonora musical de Franz Waxman que rueda cinco películas más este mismo año, y de  la calidad de la fotografía de James Wong Howe: pasamos de los exteriores diurnos en San Francisco que encontramos también en Dark Passage o The house in Telegraph Hill al ambiente claustrofóbico en una habitación en Nueva York con unos rodajes de noche en la persecución del coche de Talbot y unos magníficos claros oscuros en los primeros planos de los protagonistas. Wong Howe trabaja, también en 1947, año fasto para el cine negro, para Body and Sourl (Robert Rossen), con John Garfield.
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