6.7.14

"Dark Passage"-Delmer Daves



La Senda tenebrosa   1947

  Director: Delmer Daves    
¡El equipo y el casting de actores merece echar un ojo a sus filmografías! 
Guión:  Delmer Daves / David Goodis (novela "Dark Passage") Delmer Daves  también guionista y actor. En el cine negro: The red house (La casa roja-1947) con Edward G.Robinson, Dark Passage (La senda tenebrosa-1947),
David Goodis (Ver filmografía en el Blog)

  Música: Franz Waxman    

Fotografía:  Sidney Hickox    

Montaje:  david Welsbart   

Producción: Warner




 Humphrey Bogart es Vincent Parry

Lauren Bacall es Irene Jansen

   
Bruce Bennett es Bob 
Agnes Moorehead es Madge
Clifton Young es Baker
Douglas Kennedy es Detective in Diner
Rory Mallinson es George Fellsinger 
Houseley Stevenson es Dr. Coley

Cámara garrapata
Títulos de crédito: la cámara se desplaza en apertura con un largo traveling horizontal, efecto clásico. Después de que el nombre de Delmer Daves se va borrando y que aparece la cárcel de San Quentin –California, el movimiento  continúa y la cámara se desplaza, siguiendo ahora un camión cargado de barriles, que sale de la cárcel.
Primer salto de la cámara. Traveling vertical baja sobre los barriles: la cámara se ha instalado dentro del camión y observa un barril (banda sonora: sirena de la policía, un perro ladra en el campo). Dos manos salen del barril que se cae en la carretera y empieza a rodar.


Segundo salto de la cámara. Sigue al barril y se acerca. Se pega en la entrada del barril cuando este choca bruscamente contra un obstáculo. Hay un hombre dentro. A través del barril le vemos salir: titubea,  se aleja, parece saludar al barril, desaparece en el paisaje. El acercamiento al barril que da vueltas y vueltas provoca una tensión extrema: el remolino incesante al que está sometido el cuerpo que se adivina en el interior contrasta con la parada seca contra el obstáculo. Dos fenómenos nacen: “algo” observa este cuerpo que se desliza fuera del barril, lo huele… pero también, nosotros espectadores vemos, desde un telescopio gigante,  salir de un túnel a un hombre en fuga: el pasaje desde la oscuridad  hacia la luz, un parto…



Tercero salto: la cámara ha saltado dentro de la cabeza del hombre. En esta secuencia de unos dos minutos, los dos primeros saltos de la cámara, en el camión, luego en el barril, conducen al salto final: la cabeza del hombre. La cámara de Delmer Daves ha territorializado los ojos del hombre. El espectador es este hombre a partir de este último salto de la cámara.   Somos sus ojos que ven la hierba donde sus manos esconden la camisa que delata su condición de prisionero. Escrutamos  la carretera cuando, de lejos vemos a los policías en moto; las sirenas no paran. La mirada acompaña al movimiento de las motos que pasan delante de una barrera. Vemos con sus ojos pero es su voz la que empieza a hablar: alcanzarán el camión, interrogarán al conductor, registrarán los barriles. La mirada se dirige hacia otra parte de la carretera: dentro de cinco minutos volverán hacia aquí lentamente –empieza a andar: peinando la carretera palmo a palmo. La mirada que se dirige hacia la derecha, ve la barrera  y se agarra a ésta: Les costará unos 10 minutos Mirada hacia el horizonte: Ya ves, eso me da 15 minutos. Salta la barrera: debo arriesgarme…Tengo que salir de aquí. Espero haber enterrado bien la camisa… Daría lo que fuera por agua helada o un cigarrillo… Mira la carretera… Algo se acerca. Debo arriesgarme ahora. Llega un coche, no se oye más el ruido de la sirena… El coche para…
La territorialización progresiva del cuerpo del hombre por la cámara nos identifica con éste en sus movimientos pero también nos lo hace descubrir por partes: una mano, otra, los pies en el coche que ha parado para recogerlo… más tarde, su reflejo, su sombra… La calidad y la elegancia de esta introducción a una narración que nos va a pasear unos 40 minutos utilizando la  cámara subjetiva,  superan ampliamente las tentativas cinematográficas anteriores. La película más citada es la de Robert Montgomery, La dama del lago (1946) pero conviene hacer notar la utilización de la cámara subjetiva por Abel Gance en su Napoleón (1931) y por Robert Mamoulian en Dr.Jekyll and Mr Hyde. Sin embargo el equipo de Dark Passage realiza un trabajo muy por encima de lo visto hasta ahora. Eso se debe a la proeza técnica de un equipo de lujo: se trata de Sidney Hickox, director de la fotografía, y del montaje de david Welsbart. Para dar una continuidad a la experiencia que vivimos con los ojos del hombre –que ha anunciado que tiene unos 15 minutos –en una secuencia que dura poco más de 2 minutos, el montaje debe realizar unos cortes y collages, o sea unas elipses temporales, lo que conduce a unas elipses espaciales en la fotografía: en estos dos minutos, el recorrido real del hombre se vuelve igual también al salto de una garrapata, como lo hizo la cámara. Fuerza de la ficción cinematográfica, potencial de lo falso, aquí manejado con inteligencia por unos técnicos que han colaborado con Hawks, Walsh, Huston, Feist...

Pasajes: de la oscuridad a la luz


Esta primera secuencia es el primer pasaje desde la obscuridad hacia la luz, Dark Passage, el  (re)nacer de un hombre, cuerpo fragmentado que evoluciona en trozos espacio-temporales y cuyos ojos se han apoderado de los nuestros por la magia de una cámara-garrapata: los demás humanos nos miraran hasta que la cámara salga de su cabeza. Otros pasajes oscuros le esperan: el túnel de la entrada a San Francisco y, antes de que salga la cámara de su cabeza, la obscuridad total de la anestesia que le administra un médico, y de la que se despierta con alucinaciones de miles de miradas y de carcajadas. Por fin, lo vemos: han pasado 36 minutos 36 segundos desde la primera  imagen.

Baker /Clifton Young


Este hombre que se escapa de la cárcel de San Quentin se llama Vincent Parry; el hombre que para su coche cuando se pone a hacer dedo es un tal Baker. Vincent ha sido encarcelado por haber sido reconocido culpable del asesinato de su mujer. Su ropa y la descripción que la radio del coche transmite despiertan la sospecha de Baker. Vincent se libera de su chofer de un puñetazo.



Entonces aparece Irene Jansen. Aparece: tal un ángel de la guardia, sabe cual es su papel con este desconocido: Intento darte una oportunidad. El ángel seguirá a Vincent Perry a lo largo de su asombrosa aventura en busca de la justicia y la verdad.
 Irene conoce su historia por haberla seguido en la época de su juicio. Casualidad: su interés por los casos judiciales le viene de su propia experiencia: su padre había sido reconocido culpable de un crimen que no había cometido… Invita a Vincent a refugiarse en su casa.


Madge /Agnes Moorehead


Otra casualidad: aparece Madge, amiga de Irene, que ha sido amante de Vincent y que fue testigo de cargo en su juicio.



Cuando Vincent sale a la calle, nueva casualidad: Sam, un taxista le reconoce. Pero se muestra simpático y le aconseja cambiar de cara; él conoce a un cirujano, el Dr Coley,  que puede solucionar eso.



Vincent se instala en el piso de su amigo George Fellsinger hasta que se acabe el proceso de cambio de su fisionomía. Pero, nuevo mal asunto: cuando vuelve de la operación de cirugía estética a casa de George, éste está muerto, asesinado.



 Con sus vendas que le impiden mover la boca y hablar, consigue llegar a casa de Irene y se desmaya delante de su puerta. Irene lo va a cuidar.
Después de estos 36 minutos pasados en la cabeza de Vincent Perry, bombardeados por las miradas de los demás, sin poder discernir otra cosa que unos fragmentos corporales de este hombre, cuando la cámara salta fuera de su cráneo para devolvernos el cine de siempre con su propia mirada que nos cuenta una historia, nos quedan todavía unos cuantos  minutos más viendo a Perry vendado y mudo: veremos los ojos del hombre pero no podrá hablar. Las vendas le tapan la cara y protegen las heridas alrededor de su boca provocadas por la cirugía  estética… hasta que, una hora después de la primera imagen,  Lauren Bacall le descubre la cara: ¡era Humphrey Bogart!



El actor se enfrenta con un problema de salud durante el rodaje: a Lauren Bacall, se le queda unos puñados de pelos de Bogart en las manos cuando le acaricia: se le cae el  pelo por falta de vitaminas y, en los últimos días de rodaje,  tiene que llevar una peluca. Puede ser que eso explique su interpretación bastante aburrida, pesada, lo que beneficia a Lauren Bacall que ha podido demostrar su amor por su marido y por Vincent Perry sin demasiados esfuerzos.

La luz en la taberna mejicana
Pero acabamos de contar las aventuras de Vincent Parry: ahora que tiene una nueva cara, Vincent Parry piensa que puede más libremente conducir su propia investigación. 33 Bob /Bruce Bennett
Piensa que la relación de Irene con Madge y un tal Bob, enamorado de Irene, le va a facilitar el trabajo. Coincidencia (¿o no?), reaparece Baker con amenazas y chantaje. El camino de la libertad se ira cubriendo de cadáveres lo que significa que no se cruzará con el camino de la justicia. George, y ahora Baker –qué mala suerte este puñetazo tan fuerte al borde del acantilado –



…y Madge, ¿qué le ha pasado para tirarse así por la ventana? ¡Si por lo menos hubiese aclarado antes el asunto¡ ¡Tanta gana tenía de dañarle¡ Sus errores, el azar, su destino, hacen de Vincent Perry un compañero de viaje del protagonista del excelente Detour de Edgar G.Ulmer…



…con una notable diferencia: Vincent sabe seguir la línea de fuga y, a lo mejor, podrá encontrar la paz en su  consciencia y el amor de una mujer… Cuando ella entra en la taberna mejicana, anunciándose con la melodía que tanto le gusta a Perry (tan romántico como Rick en Casablanca) se nos despierta el recuerdo de esta otra imagen: Jean Greer entrando en esta taberna mejicana donde le espera Robert Mitchum…, un Retorno al pasado en este blog. Al fin y a cabo, nos encontramos con una paradoja cuando vemos a estos estadounidenses refugiarse en el patio trasero cuando las cosas les va mal o que aspiran a más libertad. De todas maneras, toda esta banda de la “alta” sociedad, con sus cigarros y sus whisky, incluyendo a Perry y la pintora Irene con su casa en los “altos” de San Francisco, son unos lobos que se entredevoran.



…Así que el truco de la cámara subjetiva que aquí deja al protagonista fuera de juego durante un tercio de película está compensado por la revelación de Bogart por Bacall en un intento glamoroso que calma las inquietudes de cualquier productor. Lo que pasa es que es justamente el truco de la cámara lo que da todo su interés a la obra, ya que la historia es muy poca cosa, previsible. Error judicial, evasión, intento de hacer justicia por uno mismo: son unos temas tantas veces vistos en el cine que podemos decir que todo el interés de la película reside en el tratamiento que da Delmer Daves de la narrativa que contó David Goodis en el Saturday Evening Post durante el verano de 1946.
A la originalidad del tratamiento de la narración en cámara subjetiva que potencia la pérdida de la identidad y la improbable búsqueda de una nueva, añadimos otros elementos de interés: las localizaciones en San Francisco permiten, como más tarde en The house on Telegraph Hill (Robert Wise) unas tomas de los exteriores que participan de la narrativa y contribuyen a airearla. Estamos en la época dorada de lo que más tarde será reconocido como género aparte: basta con echar un ojo a la filmografía del equipo, en particular la dirección de fotografía, de montaje, y el casting de actores y actrices segundarios, todos excelentes. Empezando con Agnes Moorehead que, después de su colaboración con Welles y Foster en Estambul (1943) contribuirá más tarde con su talento en el cine negro con Cromwell y Hathaway. Pero también Clifton Young que, este mismo año, trabaja en el género con Sherman, Walsh y Curtis Bernhardt, Bruce Bennett con Sherman y Walsh, o Rory Mallinson que trabaja en ocho películas negras en 1947.  ¡Franz Waxman compone y dirige la música de seis películas negras este mismo año!   
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