2.9.13

"T-Men" - Anthony Mann



La Brigada suicida 1947  

Director: Anthony  Mann 
Guión: John Higgins / Virginia Kellogg (relato)
Música: Paul Sawtell
Fotografía: John Alton
Montaje: Fred Allen  

Encontramos en el equipo algunos de los técnicos de He walked by night: el guionista John Higgins (que da su nombre al barco en la secuencia final),  el director de orquestra Irving Friedman y por supuesto el director de fotografía John Alton acompañado por el fotógrafo de efectos especiales George J. Teague.

Actores: Dennis O’Keefe es Dennis O’Brien  Alfred Ryder es Tony Genaro  Wallace Ford es “The Schemer” (El planificador)  Charles McGraw es Moxie

Dennis O’Keefe tiene un papel sobresaliente en algunas películas del cine negro como Raw Deal (Anthony Mann-1948), Abandoned (Joseph M.Newman-1949), Woman on the run (Norman Foster-1950),   Los verdugos también mueren (Fritz Lang-1943) o The Leopard Man de Jacques Tourneur. Su encuentro con Moxie / Charles Mc Graw en T-men es particularmente violento.

Charles McGraw va rodar más películas con Mann pero también numerosas películas de cine negro con Rober Siodmak(The killers-1946), Jacques Tourneur (Berlín Express-1948), Jules Dassin (Brute Force-1947), Joseph Losey (The long night-1947), Felix E.Fiest (The threat-1949), Anthony Mann (Border incident-1949), John Farrow (His kind of woman-1951), etc.
Wallace Ford es el detective de Shadow of a doubt (La sombra de una duda-Hitchcock-1943). Trabaja también en Spellbound (Recuerdas-Hitchcock-1945), Dead Reckoning (Callejón sin salida-John Cromwell-1947 con Bogart), tiene el papel de Gus en The set-up (Combate trucado-Robert Wise-1949), el papel del padre de Shelley Winters en He ran all the way (Yo amé a un asesino-John Berry-1951).

Dos agentes del Servicio Secreto dependiente del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos han sido elegidos para infiltrarse en el hampa y acabar con una banda de falsificadores de billetes de banco. Con una nueva identidad y la amplia y precisa información necesaria, irán de Detroit a Los Ángeles, siguiendo las ramificaciones complejas de la organización criminal que les llevarán hasta su cúpula. El título evoca la devoción de estos agentes dispuestos a sacrificar su vida para cumplir con su misión, los T-men –hombres del Tesoro –superhéroes del cine hollywoodiano de la época. La presentación documental típica de estas películas “procedural” está aquí a  cargo de un funcionario del Estado, ex- dirigente de los servicios del Departamento del Tesoro que nos presenta el asunto, historia verídica archivada con el nombre de “Shanghai Paper Case” (El caso del Papel de Shanghai, ya que el papel empleado por los falsificadores proviene de China). El tono de la voz, una narración  didáctica  que exalta el heroísmo de los agentes del Tesoro, refuerzan el aspecto documental de la película en sus primeras secuencias. Pronto la fuerza de la imagen da su propia narración y solapa este aspecto inicial aunque se sigue describiendo con detalles las distintas etapas de una investigación compleja, laboriosa y por momentos confusa por su profusión de personajes y de espacios. Como en He walked by night, el director de fotografía John Alton forma con Anthony Mann una pareja eficaz y el resultado es, aquí también, un excelente cine negro. 

Anthony Mann, el Bien y el Mal

Los infiltrados son unos seres que se encuentran en equilibro inestable entre dos mundos en una lucha a muerte. Viven una experiencia que pone a prueba su identidad, disfrazados de enemigos, errantes en un territorio hostil y  fuerte en tentaciones que desvela las debilidades humanas y deja sin sentido  el código de honor  en el cual han sido formados.   En estas primeras experiencias cinematográficas, Anthony Mann ya deja aparecer esta cartografía elemental de la humanidad: la ley como frontera entre el Bien y el Mal.

Su filmografía afirmará esta oposición ancestral. Los personajes caminan a lo largo de esta frontera. El cara a cara entre los agentes del Tesoro y los falsificadores en T-Men es uno de los mejores ejemplos de esta obra en devenir. El interés principal de la película con respecto a las obras siguientes, principalmente los westerns con James Stewart, reside en el viraje de situación, la transgresión de la moral y del orden establecido. Para los dos agentes, está muy claro que los métodos tradicionales no pueden funcionar en el caso que se presenta: se van a comportar como verdaderos criminales y cometen unos actos ilegales para acabar con la ilegalidad, abren la puerta de la mentira para desvelar la verdad. Enfrentados al miedo a la muerte, Dennis O’Brian y Tony Genero mantienen  la sangre fría.

Saben controlarse aunque algunos de la banda intentan desenmascararles con la tortura física y psíquica.

Tony domina sus sentimientos en este encuentro con su mujer en presencia de uno de ellos – notable secuencia de thriller –y llega al sacrificio de su vida para proteger la misión y permitir a su colega seguir hasta el éxito.


Realismo y expresionismo

La ambivalencia entre cine negro y documental no debilita en absoluto la fuerza de la interpretación ni el ritmo de la narración.
Como en He walked by night, el dúo Anthony Mann-John Alton funciona a la perfección. Desde estas primeras obras de cine negro, aparecen la aspereza en las situaciones, la violencia de los personajes, la calidad de la composición. La utilización adecuada de la luz artificial realza el dramatismo y el fatalismo de la narración. Anthony Mann y John Alton utilizan todos los artificios que compensan la limitación del presupuesto: la utilización de la imagen expresionista llega a la abstracción geométrica.

El espacio está delimitado por los contrastes entre el negro profundo de la oscuridad y una luz cruda, a veces en diagonal para localizar los eventos o los objetos, a veces horizontal para resaltar los rasgos de las caras de los personajes.  La profundidad de campo, las sombras alargadas, los contrapicados, los primerísimos planos de las caras torturadas acentúan la temática de la amenaza que pesa sobre los dos agentes T-men.     29 Desde la primera secuencia, la firma de Anthony Mann da el tono de la película: un agente del Tesoro tiene cita con  un informador. Este muere de un disparo antes de comunicar con el agente. Unos encuadres muy estudiados explicitan la relación de fuerzas: por ejemplo, la cámara se sitúa detrás de las piernas del asesino para filmar a la víctima.

La acción fuera de campo está utilizada como amenaza o llevada dentro del campo por unas técnicas de reflejo –ver la escena en el restaurante cuando Dennis O’Brien sigue a  “The Schemer” y observa el intercambio de billetes falsos en una cabina de teléfono –. Las secuencias en el baño turco, la primera entre estos dos personajes y la segunda entre Moxie y The Schemer, son de una intensidad poca veces conseguida en el cine negro: los primerísimos planos, la fuerza creativa del director de fotografía John Alton en su utilización impactante del conjunto luz-vapor –pensamos en “Promesas del Este” de David Cronenberg – elevan la película al nivel del mejor cine negro a pesar de su tono procedural inicial. 

Otras secuencias impactantes por su fuerte potencial dramático son el asesinato de Tony que pone a prueba a O’Brien, condenado a callarse,  y la secuencia final en el barco, otro espacio que pone en evidencia la creatividad artística impactante de Alton.


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