26.8.12

Acabar con la mentira de la regulación

Esta página pertenece al Dossier EL ESPIGADOR y sigue este intento de vuelo sobre un nido de cuco anterior.

EL ESPIGADOR
 nº22

La larga lista de los escándalos recientes que azotan el mundillo de las finanzas  nos demuestra que, a pesar de las promesas hechas por los políticos en sus reuniones del G20 y otras misas celebradas con amplias retransmisiones en el planeta,  no se han creado unas reglas eficaces para limitar y controlar los riesgos  que genera la llamada "industria financiera". Las consecuencias son un desmoronamiento del crédito y una inestabilidad financiera, particularmente en Europa, con una crisis aguda de la moneda de la Unión.

Citamos algunos de estos escándalos: las perdidas millonarias de un importante banco  en el mercado de los derivados de créditos- la manipulación del Euribor y del Libor en beneficio de  algunos bancos internacionales - blanqueo de dinero a favor de grupos criminales y terroristas por parte de HSBC …

Por otra parte, la incapacidad de los gobiernos europeos para resolver el problema de la especulación sobre las deudas soberanas y la falta de confianza en los balances bancarios crean un riesgo de caos para España y provocan una huida masiva del capital de Europa del Sur hacia Europa del Norte. Se ha hecho patente la dificultad que tienen los gobernantes para tener un pensamiento crítico y exhaustivo sobre los riesgos sistémicos, los fenómenos de contagio al nivel internacional, la relación entre  balance bancario y deuda pública. Al fracaso de los políticos se añaden la falta de solidaridad con las  decisiones de nacionalizar los créditos, atribuyéndolos a los Estados y no directamente a los Bancos,  este juego entre monedas,  esta absurda competición entre las plazas financieras mundiales transformadas en verdaderos paraísos fiscales con sus ángeles codiciosos, ciegos.

Aprovechar las crisis para poner en pie las transformaciones necesarias, eso lo dicen todos los economistas. El problema es que, en su gran mayoría,  se sitúan dentro del sistema económico y financiero actual y se tacha de "populismo" cualquier  crítica al sistema.  ¿No se podría plantear reformas que se apoyen sobre unas estructuras diferentes de las existentes? Los gobiernos reunidos en un G8 o G20, plazas financieras de Wall Street, City de Londres,… forman una superestructura que considera a los valores  bursátiles de las empresas, sociedades, bancos y el sistema de accionariado creado a partir de los ahorros de los ciudadanos, o sea de las fuerzas del trabajo, como la única solución a la financiación de la productividad. Mientras se permite que el dinero cree más dinero, no se está aprovechando la crisis para una verdadera transformación. Mientras se permite que el capital monopolice los medios de producción y ejercite su influencia sobre nuestro necesario consumo, no se puede hablar de reformas. Mientras no se revele la  responsabilidad  colectiva que permita a cada uno desarrollar y asumir su propio potencial para encontrar una definición clara de nuestras necesidades colectivas y de los modos a nuestra alcance para satisfacerlas, mientras no encontremos el equilibrio necesario entre la expansión de nuestra individualidad  y la aceptación del compartir, no aprovecharemos las crisis que dañan cada vez más a la humanidad.