12.8.10

Devenir y Permanencia: Two Lovers



«Estos modos externos de la lamentación son sólo la sombra del dolor que se nos oculta y que, en silencio, crece en mi alma atormentada» Shakespeare en Ricardo II.

Intentar comprender y describir la cadena de eventos que empieza con la emoción, desde su impronta en el cuerpo hasta su expresión pública como representación del teatro corporal, y que acaba en el sentimiento, representado en el teatro privado de los eventos mentales (Antonio Damasio- "En busca de Spinoza")[1]. Nuestros movimientos emocionales, que tanto nos desbordan a veces, manifiestan de manera sensible nuestra implicación espacio-temporal, nuestro devenir. Buscar lo que en mi se opone a esta idea primera del devenir, a estos presentes sucesivos que encierren en el espesor de mi cuerpo un pasado sin memoria y un porvenir improbable.

La imagen cinematográfica nos enseña todos los aspectos del devenir, el afecto cuando se estremece la comisura de los labios, la pulsión cuando uno se lanza a bailar, el pensamiento antes o después del acto determinante, … ¡Cuántas películas reflejan estos pasos del humano por los diferentes grados de intensidad de sus emociones, o la suspensión de sus movimientos en estado de reflexión, de búsqueda de seguridad, de permanencia, esta proyección de una mente que se enfrenta, sin puntos de referencia, al devenir, estos movimientos incontrolables, discontinuos, de las emociones!


"Two Lovers"-Dos amantes
Tomo como punto de partida un conmovedor paseo por los entresijos de las emociones y los sentimientos de un perdedor maniaco-depresivo descrito por Dostoîevski, adaptado por unos pocos inspirados Visconti y Mastroiani en "Le notti bianche" y que James Gray retoma con éxito en "Two Lovers" (ver Etiqueta "CINE").
Una película que cuenta la historia de Leo… Hoy en día, el maniaco-depresivo se llama víctima de trastorno bipolar. El cuerpo espeso de Joaquín Phoenix pasa de la desilusión amorosa y del intento de suicidio al "amour fou" , esta perturbación desencadenada por el objeto inaccesible de un deseo ciego. El péndulo va y viene entre el esfuerzo por asumir el papel que se le ofrece en el marco de una tradición familiar y el deseo de ruptura y evasión. Entre la permanencia y el devenir.Cuando el péndulo oscila de forma marcada y define el guión de la película, podemos ver con más facilidad la fragilidad de la condición humana: la depresión de Mónica Vitti en "Desierto Rojo" de Antonioni, el trauma por la muerte del hijo y los devenires hacia la reclusión como refugio y falsa permanencia, para Ingrid Bergman en "Europa 51"de Rossellini, los devenires escalonados desde la permanencia establecida por las reglas sociales, hacia la liberación y la iluminación para la "Gertrud" de Dreyer

La enfermedad como crisis, o sea, dolor y cambio: descubrimiento de las fuerzas en acción por el cuerpo en estado alterado, alejándose inexorablemente de las fuerzas vitales a las que no puede acceder y que ve a su alrededor. La búsqueda de una permanencia, la energía por recuperar, la seguridad de la salud perdida, el confort familiar…
Se da también la posibilidad de un movimiento simple y definitivo desde la permanencia hacia las intensidades y las tensiones del devenir: cuando uno se sabe condenado a la muerte y rompe con la estabilidad y la seguridad para vivir las emociones y acabar con las frustraciones de las normas sociales.


"Vivir"-Akira Kurosawa


Aquí no hay nada que perder… Kurosawa nos da una clase de optimismo con "Vivir" cuando plantea el saber de lo ineluctable y el no querer ver de la condición humana.
entre las oscilaciones extremas del péndulo, vibran otras, menos amplias, perceptibles también en los estados de apariencia estable, cuando el cuerpo en crisis busca la rama donde agarrarse entre dos vuelos. Lo vemos en Gena Rowland y los demás actores de las películas de John Cassavetes. Todo es movimiento, afectividad, pulsión, intensidades que surgen desde la mirada, el gesto de la mano, todo el cuerpo.
Trauma, trastorno, depresión, enfermedad terminal o simple crisis. ¿y lo sano? ¿Es sano lo que deja en paz a la mente que quiere gobernar en su falsa permanencia, cuando "uno" constata que "su cuerpo" le responde? ¿No es más bien, cualquiera que sea el estado físico, vivir el devenir, las intensidades variables de las emociones, percibiéndolas como fundamento de los sentimientos, movimientos ocultos que la mente tiene impresos, acompañar así en lo virtual los movimientos de lo aparente, unificando lo corporal y lo mental, un vivir en el cual «el cuerpo tal como existe no es nada más que el objeto de la mente» (Spinoza)?


Permanencia como resistencia al devenir
En su Tratado de Metafísica, Jean Wahl precisa en qué condiciones se puede pensar el devenir: «El devenir es por fuerza el devenir de alguna cosa permanente». La permanencia, en el sentido pleno del término, se traduce en las ideas de sustancia, esencia, presencia… Ante el devenir, el hombre trata de encontrar algo estable. Ha tratado, nos dice Wahl, de establecer primero una permanencia, algo que haga resistencia al devenir. Contra el devenir, cuya idea al principio casi no pudo soportar, se levantaron las ideas de sustancia, esencia, forma, ser. Wahl se pregunta si tal interpretación de la permanencia es necesaria para comprender el devenir y si «no bastará tener ante nosotros permanencias relativas… ritmos diferentes de movimiento… velocidades distintas».
La película "Two Lovers" ilustra este enfoque de Wahl. Leo es rehén de la buena voluntad de sus padres que lo acogen. En realidad, de una madre que no puede disimular su instinto de protección y su miedo a perderlo y de un padre que proyecta casarlo. Éste ha convenido una fusión de pequeños negocios de lavandería, y la hija del futuro socio, enamorada de Leo, e inmersa en la misma tradición familiar judía, es el objeto adecuado para este trato que dará seguridad a su hijo querido. Hasta ahora, una pequeña comedia romántica…


"Two Lovers"-James Gray


La permanencia relativa que ofrece la familia, este ritmo lento y medido, es el polo extremo del péndulo que lleva a Leo al otro polo, el del "amour fou" y pone en marcha la sucesión de devenires para volver, al final de la película, al polo inicial, … hasta la próxima oscilación. Al primer movimiento del péndulo, precede un intento de suicidio, en el movimiento de vuelta después de la frustración de su deseo de ruptura, el segundo intento y una nueva muy relativa permanencia.
La idea de permanencia ha sido desarrollada desde el origen griego (Parménides) hasta ahora y traduce las ideas de sustancia o esencia. Llama la atención que estos últimos conceptos, en hebreo (hai, hayah) no corresponden a la permanencia sino al movimiento vital o "devenir" lo que nos acerca más a Heráclito[2]. La familia de Leo, de origen semita, parece tomar en cuenta la "esencia" de su hijo querido como un movimiento… perpetuo.


Vivir las emociones: Devenir
Un cuerpo que vive el devenir, flujos excesivos, alegres e infantiles, y que, de pronto esconde la cabeza debajo de la almohada, en la claustrofobia de un cuarto oscuro. El cuerpo de Leo es el territorio de las emociones, perturbaciones evidenciadas, afectos, estos «efectos motores sobre un nervio sensible» decía Bergson. Los vive como una cadena de eventos que no puede disimular a los ojos de los demás y que, progresivamente, se diluyen como la sal en el océano virtual de su mente en unos entresijos de sentimientos, su teatro "privado". Sus desbordamientos emocionales se bloquearán frente a la desilusión y la pérdida del objeto de deseo y se volverán la sombra del dolor que nos oculta.
Mientras, Leo vive sus relaciones con sus dos amantes, sus "Two Lovers" como dos series divergentes que expresan las diferencias de intensidad entre una y otra. Unas relaciones donde se concentra el devenir de cada uno, sus cualidades, la materia de las tensiones familiares –las dos mujeres con sus padres respectivos, las formas y las extensiones de sus deseos. Leo y sus dos amantes, tres intensidades, el potencial de cada uno, una composición de fuerzas.

Estas son las relaciones afectivas, unas corrientes de afirmaciones, de resistencias, de tensiones aparentes. Unas fuerzas antagonistas, activas y pasivas, entre movimiento y estabilidad, entre devenires y permanencias relativas. Permanencias pasajeras, de hecho, movimientos de baja intensidad, miradas hacia atrás en la búsqueda del perfume de una esencia que se desliza entre dos pensamientos, balances en una historia del Yo que reactiva las emociones….
…Leo en su cuarto, noche en blanco, se recoge, retiene los flujos de su devenir, lo hace sensible: acaba de recibir la perturbación, la impronta dejada por la que encarna el deseo de ruptura. Es toda su nueva realidad inmersa en un océano de afecto, este orden fortuito, intempestivo del encuentro. Nace en él la diferencia, la variación incesante de los afectos, las diferencias de grados de intensidades. Ya, qué importan las diferencias de género, de especies, de lugares, Leo vive los diferenciales de sus emociones, transforma la impronta en expresión del deseo, del apetito de vida que lo desborda. Descubre a los demás su singularidad, que ellos y ellas convierten en "el amigo", "el amante","el hijo prodigo". Ahora puede vivir su potencial, sus fuerzas antagonistas, actuar o sufrir, bailar o, desesperado, volver al puente de Brighton Beach para tirarse de nuevo.

La diferencia ha actuado, los devenires han acabado con la permanencia de un supuesto Ser, de una esencia de la cual sólo podía tener un sentimiento, un sentir virtual, de un fantasma que lo habitaba. La diferencia se da cuando, de nuevo, se presenta lo mismo. Diferencia en la repetición. Lo mismo no es lo mismo sino una sensibilidad cargada del gusto de la espera que hace rebasar lo dado en uno mismo, que ya no es el mismo, hacia su futuro y una retención que lo rebasa hacia el pasado: un simulacro.





Notas
[1] Cuando pensamientos normalmente causativos de emociones aparecen en la mente, producen emociones, las cuales dan origen a sentimientos, y éstos evocan otros pensamientos temáticamente relacionados que amplifican el estado emocional. Los pensamientos evocados pueden funcionar incluso como disparadores independientes de emociones adicionales y así potenciar el estado afectivo en curso. Más emoción da origen a más sentimiento, y el ciclo continúa hasta que la distracción o la razón le ponen fin. Cuando este conjunto de fenómenos está en plena marcha, es difícil decir mediante introspección qué fue primero.(Antonio Damasio: "En busca de Spinoza")

[2] Heráclito incorporó a la noción de "ser" de sus predecesores el concepto de "devenir" o flujo, al que consideró una realidad básica subyacente a todas las cosas, incluso a las más estables en apariencia. Para aclararlo, afirmaba que una persona no podía bañarse dos veces en el mismo río.
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